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Paternidad responsable: beneficios en la vida de las hijas

Sin lugar a dudas, el padre es una pieza clave en la formación de la identidad femenina en las hijas, tal y como lo resalté en un escrito anterior (http://institutocrux.org/blogs/ buen-arbol/familia/2020/01/padres-ausentes-en-la-vida-de-sus-hijas/). Cuando este asume correctamente su rol como figura paterna, mostrándose física y emocionalmente presente en la vida de su hija, el desarrollo de la femineidad será sumamente positivo. Dicho esto, aquí queremos mencionar solo algunos beneficios que muestran ciertos autores respecto al tema.  

Autoestima estable y proyección para el futuro

Para comenzar, se puede ver que uno de los primeros beneficios en la identidad femenina es una autoestima equilibrada, lo cual implica menos rebeldías de las hijas sobre todo en los años más difíciles de su crecimiento. También se observa que sus relaciones adultas tienden a ser más saludables y la trayectoria de su vida es más triunfante. [1] Acerca de esto, Wright indica lo siguiente:

La evaluación y la aprobación de un padre en cuanto a su hija en los primeros años de su vida son distintas a las de la madre. La confianza que un padre deposite en su hija y en sus habilidades le inculcarán la confianza para sobrevivir por sí misma.[2] 

Por otro lado, el padre también constituye un papel de mucho valor con respecto a lograr algo en la vida, a la ambición sana y a la competencia en el desempeño, porque  «los padres tienen una manera extraordinaria de introducir a sus hijas al futuro y de dar vida al papel que han de representar».[3] Es decir, el padre es el mentor y guía de la hija, por lo que le proveerá una fuente de seguridad que le ayudará para toda la vida.[4] «Las mujeres ven en paralelo en sus relaciones de amor y matrimoniales cuando los padres proyectan su sombra sobre la sexualidad, el trabajo, la procreación y las distracciones de sus hijas».[5]

Adecuada relación con el sexo opuesto y con Dios

Cuando la relación entre padre e hija es amorosa, firme y equilibrada se desarrollará en la identidad femenina una sensación de seguridad, amor y confianza cuando se relacione con el sexo opuesto. «El padre será el promotor de la identidad y autoestima femenina. La mirada del padre significa la primera mirada masculina que se hace sobre ella».[6] Por otro lado, dicha relación también es un parámetro que alerta y ayuda a prevenir posibles abusos de algunos hombres, porque en la mente de la hija el estándar es su padre y ella comprende que él nunca la trataría mal ni permitiría que fuese herida.[7] Acerca de esto, Wright comenta:

El padre es el medio por el cual la hija conoce al sexo contrario. Lo que el padre enseña acerca de la masculinidad, sea de forma directa o indirecta, se pondrá de manifiesto en la manera en que la hija se relaciona con los hombres de su vida personal y del trabajo. El padre influencia de tal manera que será la opinión que ella tendrá acerca de los hombres y lo que se espera en relación a su comportamiento.[8]

Es por eso que uno de los mayores beneficios que el padre le puede proporcionar a la hija en relación a su identidad femenina es el poder aprender a relacionarse con el sexo opuesto de forma sana:

El padre es quien le enseña a su hija cómo son los hombres. Es el primer hombre en su vida; el primer hombre que ama, el primero al que intenta complacer, el primero que le dice que no y el primer hombre que la disciplina. En efecto, la configura para el éxito o el fracaso con el sexo opuesto. No solo eso, sino que ella también nota del modo en que papá trata a mamá y va creando una expectativa acerca de qué esperar como mujer en una relación con un hombre. O sea que el padre también configura la relación matrimonial de su hija. Y si ese padre es un hombre de fe, también asume la increíble responsabilidad de representar al mismísimo Dios todopoderoso.[9]

Acerca de lo último, es interesante resaltar que la imagen que vayan formando las hijas sobre Dios se verá influida por la relación con su padre. Algunas mujeres, por ejemplo, cuando piensan o escuchan la palabra «padre» no la relacionan con cosas buenas, sino con dolor, conflicto, incertidumbre, temor, vergüenza, enojo o abandono; y esos conceptos los pueden aplicar a la idea que están desarrollando de Dios como Padre. Es innegable, entonces, que dicha palabra («padre») tiene connotaciones fuertes en las hijas.[10] Leigh indica lo siguiente:

Como mujeres, nuestra idea de Dios se ha formado con frecuencia bajo el influjo de los hombres que hemos conocido, y en especial de nuestro padre terrenal. Nuestra percepción de Dios puede ser positiva o negativa según como estos hombres hayan afectado nuestra vida.[11]

Conclusión

Cuando la autoestima en las hijas es estable, causada por el amor seguro del padre, ellas podrán tener una visión más positiva de las cosas, las relaciones y serán capaces de tomar buenas decisiones a lo largo de su vida. Las hijas al saber que cuentan con el apoyo paterno superarán de manera más exitosa las situaciones difíciles que presenta la vida. De igual manera, los lazos positivos entre padre-hija proveen relaciones confiables no solo entre ellos, sino con los demás, porque ella, debido a que halla aprobación y cariño en su hogar, no buscará amor y aceptación tan ansiosamente en otras personas, sobre todo en otros hombres.

Si el padre no es intimidado por la sexualidad de su hija, este le ayudará  a convertirse en una mujer de manera natural. Es bien sabido que la sexualidad de la mujer se desarrolla a través de los procesos de crecimiento, sin embargo, esta puede ser estimulada o retrasada por causa de la relación que mantenga con el padre.[12]

Por lo tanto:

Lo que tu hija piense de sí misma y del modo en que funciona el mundo tiene absolutamente todo que ver contigo, su papá. Si no le has enseñado con tus palabras y acciones lo que importa en la vida y lo valiosa que es ella como un ser humano único, se convertirá en lo que piensa que debería ser para complacer las demandas de sus pares.[13]


[1] Kevin Leman, Sé el papá que ella necesita que seas: La huella indeleble que un padre deja en la vida de su hija (Nashville: Nelson, 2014), 6-7. 

[2] H. Norman Wright, Siempre seré tu niña pequeña (Grand Rapids: Portavoz, 1991), 28.

[3] Ibíd., 29-30. 

[4] Ibíd., 25. 

[5] Ibíd., 27. 

[6] Esteban Borghetti, Sexualidad e identidad de género: Lo que seguro debes saber (Dallas: e625, 2018), 56.

[7] Leman, Sé el papá que ella necesita que seas, 2-3.

[8] Wright, Siempre seré tu niña pequeña, 28.

[9] Leman, Sé el papá que ella necesita que seas, 2.

[10] Ibíd.. 52. 

[11] Nancy Leigh DeMoss, Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres (Grand Rapids, Portavoz, 2004), 51-52.

[12] Ibíd., 31.

[13] Leman, Sé el papá que ella necesita que seas, 199.

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