El diseño original de la familia y su deformación por el pecado en el Antiguo Testamento
Génesis 1-2 nos informan del contexto histórico para ubicar el diseño original de la familia. En el culmen de la creación, Adán y Eva fueron creados por Dios «a su propia imagen» (Gn 1:27 NTV) y constituidos como el primer matrimonio, la familia original. Al crearlos reflejando su propia imagen, Dios les comisionó como coiguales y corresponsables con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella» (Gn 1:27-28 NTV). Es decir, los hizo mayordomos de la creación, disfrutando del shalom de Dios, en armonía total con el Señor, el ambiente y entre ellos mismos.
Es en ese contexto ideal, sin pecado, que encontramos, quizás, el texto mejor conocido del Antiguo Testamento: «… el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo» (Gn 2:24 NTV). Este es el ideal de la familia humana: una comunidad que refleje sobre la creación el carácter del Creador, un Dios trino que existe en armonía y comunión. El propósito del matrimonio, como propone correctamente Tim Keller, no es una elección entre «negar los intereses personales en aras del bien familiar o procurar que imperen nuestros intereses para realizarnos personalmente».[1] El diseño original de la familia es una invitación a la plena realización en generosa entrega mutua de los cónyuges.
Tras la caída de la humanidad del shalom de Dios, debido al pecado (Gn 3), el Antiguo Testamento se enfoca en contarnos la historia de la familia original del pueblo hebreo. ¡Toda otra historia! Las familias de los primeros 3 patriarcas (es decir, las de Abraham, Isaac y Jacob) no son para nada un modelo de familia ideal o ejemplar. En cada una de estas 3 generaciones de la familia hebrea original hay 4 hechos recurrentes: mentiras, favoritismo, rivalidad entre hermanos y disfuncionalidad. Todos ellos son dinámicas intrafamiliares negativas. Levantan una pregunta: ¿por qué estos relatos bíblicos están tan llenos de conductas como la poligamia, la violación, el asesinato y todo tipo de fallas morales? Sin adornos, porque representan la condición de la familia humana después de los sucesos de Gn 3. En palabras del Nuevo Testamento: «… todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios» (Ro 3:23 NTV).
Eso cambia con la familia de José. Fue el penúltimo de los 12 hijos varones de Jacob, pero el líder de la cuarta generación de la familia hebrea original. Sus hermanos quisieron matarlo cuando tenía 17 años. Finalmente, lo vendieron a unos mercaderes que a su vez lo volvieron a vender como esclavo en Egipto (Gn 37:18-36). Tras 13 años en Egipto de sufrimiento, presencia pagana y separación de su familia y su cultura, llegó a ser el segundo del Imperio egipcio, en tiempos buenos y malos (Gn 41:46-49). Ya en el contexto de su propia familia, la cual forma en Egipto, cuando nacen sus dos hijos durante los años de la abundancia, él hizo dos dramáticos gestos de gratitud a Dios: «…al primogénito José le puso el nombre de Manasés, porque dijo: Dios me ha hecho olvidar todo mi trabajo y toda la casa de mi padre. Y al segundo le puso el nombre de Efraín, porque dijo: Dios me ha hecho fecundo en la tierra de mi aflicción» (Gn 41:51-52 BA).
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