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Para fomentar una mente cristiana auténtica

Para fomentar una mente cristiana auténtica

¿Cómo un joven puede fomentar una mente cristiana auténtica?
Principios para fomentar una mente cristiana auténtica

Hace unos meses estuve en reposo debido a problemas de salud. En esos días, casualmente, hubo mucho revuelo por el Día Internacional de la Mujer y mis redes sociales estaban llenas de comentarios negativos que hablaban en contra de dicha celebración. Por otro lado, feministas en España y Argentina se habían manifestado a favor del aborto legal y seguro. Sin darme cuenta, me hundí en la desesperanza, sentí mucho temor de lo que pudiera pasar. Sin embargo, lo que más me ponía ansiosa era una pregunta: ¿cómo ser un cristiano joven en esta sociedad? Recordé las palabras de Timothy Keller: «Los creyentes deberían aceptar y luchar con las dudas […] Ya no basta con tener creencias simplemente porque las heredaste».[1] Por eso, hoy quiero contarte cómo he podido encontrar esperanza y argumentos para ser luz en este mundo a través de ciertos principios.

Medita y estudia la Biblia
La Biblia es el sustento de vida de un cristiano. Por lo tanto, necesitamos leer material bíblico y devocional. Muchos de los razonamientos del mundo son en contra de la Palabra y, puesto que esta no se entiende a profundidad, los cristianos nos hemos quedado cortos en nuestras respuestas. De igual manera, lee material filosófico y apologético que sea bíblico para que te dé argumentos lógicos y no solo emocionales. Selecciona bien lo que estás leyendo. ¿Alimenta tu fe? ¿Te hace dudar?

Leas lo que leas, recuerda ser humilde y enseñable. Sobre todo, aprende a argumentar con amor, porque como dice Pablo en 1 Co 13:2: «Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy» (RVR60). El carácter cristiano no es negociable, necesitamos ser congruentes con lo que decimos y vivimos.

Encuentra un buen mentor
Este principio es muy importante. Jesús fue un maestro que estuvo cerca de los apóstoles para enseñarles todo acerca del Evangelio. El Señor invirtió tiempo en sus discípulos, pero estos también se dedicaron a las enseñanzas del Maestro. Jóvenes, aprendamos de los mayores, nosotros no lo sabemos todo. Halla un maestro al que le puedas hacer preguntas difíciles y te conteste con argumentos bíblicos. Busca un mentor que haya sufrido y que su fe siga inquebrantable. Encuentra un guía que, al estilo de Jesús, tenga la pasión de invertir su tiempo en otros.

Sé miembro activo de una iglesia
Yo he estado toda mi vida involucrada en el ministerio. Mis abuelos, mis padres, mis tíos y mis primos son pastores a tiempo completo. Con certeza puedo decir que el ser miembro activo de una iglesia o congregación ha formado mi pensamiento y criterio. La iglesia local debe estar interesada en la persona como individuo, en la comunidad en general y en cómo afectar la cultura. No debes ser pastor a tiempo completo para impactar esta última. Si eres parte de una congregación y practicas los principios y valores cristianos puedes llevar el Evangelio a tu lugar de trabajo, de estudios o a cualquier otro sitio que vayas. La iglesia, en definitiva, es el espacio donde crecemos en comunidad y nos animamos a seguir en los caminos de Dios.

Escoge bien tus amistades
Las amistades son ese círculo íntimo que influye en la forma como uno piensa. Escoge bien quién está influyendo en tu forma de ver la vida. A lo largo del tiempo he visto a muchos cristianos perder su camino porque las amistades que escogieron los desenfocaron. En la era de las redes sociales, no todo lo que comparten tus amigos es verdad ni tiene que ser compatible con tu forma de pensar. Es bueno conocer todos los puntos de vista, pues como cristianos debemos tener respuestas y saber defender lo que creemos; pero para eso debemos conocer más a Dios y responder a la luz de la Palabra. Que tus amistades sean personas como las que describe el Sal 1:1-3:

1Qué alegría para los que
no siguen el consejo de malos,
ni andan con pecadores,
ni se juntan con burlones;
2sino que se deleitan en la ley del Señor
meditando en ella día y noche.
3Son como árboles plantados a la orilla de un río,
que siempre dan fruto en su tiempo.
Sus hojas nunca se marchitan,
y prosperan en todo lo que hacen. (NTV)

Esto no quiere decir que debamos aislarnos del mundo. Ofrece tu amistad a personas que no piensen como tú, pero que tu pensamiento cristiano no tambalee por la opinión de otros.

A manera de conclusión, recuerda que Jesús anunció los problemas a los cuales nos íbamos a enfrentar: «Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará a ustedes, pero el que resista hasta el fin, se salvará» (Mc 13:13 RVC). Así que, es tiempo que leamos y estudiemos las Escrituras, escojamos buenos mentores, seamos miembros activos de una iglesia y elijamos bien a las personas que influyen en nuestro pensar. No hay que temer, hay que amar. Hay que amar a los que nos odian, a los que nos atacan, pues el mismo Jesús dijo: «Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros» (Jn 13:34-35 RVC).


[1] Timothy Keller, En defensa de Dios: Creer en una época de escepticismo (Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2009), xvii.

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