BUSCAR
Comodidad o mediocridad, gemelas peligrosas

Comodidad o mediocridad, gemelas peligrosas

Experimenté parcialmente lo que es estar bajo la ley antigua cuando viví en un contexto judaico-mesiánico. Imagina un viernes por lo tarde o sábado por la mañana yendo a una sinagoga a escuchar la lectura de la parashá (porción semanal del Pentateuco) en hebreo. Aunque tú no puedas entender nada, sabes que debes guardar respeto y silencio. El lugar está dividido, solo para el sabbat, entre hombres de un lado y mujeres del otro. Al frente está el rabí hablando acerca de no darle la espalda a la Torá; alguien privilegiado, mientras, la carga y camina alrededor de la sinagoga.

En medio de todo ese ritualismo, muchos no entendíamos el porqué de todo eso. ¿Cuáles eran los fundamentos de dichas prácticas? ¿Dios pedía esta religiosidad en su Palabra? —pensaba y reflexionaba a menudo. Sin embargo, el tiempo y la rutina religiosa hicieron desaparecer dichas dudas. Lo que siguió fue la comodidad y después la mediocridad; y estas dos «gemelas» —que siempre van de la mano— son muy peligrosas.

En contextos cristianos la situación no es muy diferente. Usualmente, iniciamos aprendiendo la religiosidad de las iglesias, sin saber el propósito o el porqué de estas. En cuanto al estudio bíblico, a la congregación no se le enseña a estudiar la Biblia de manera profunda (por ejemplo, examinar los ambientes sociopolíticos del siglo I para no sacar de contexto los pasajes), y las interpretaciones «correctas» quedan en manos de los dirigentes de la congregación, las cuales hay que obedecer y afirmar. Al final de todo esto, en vez de preocuparnos por el crecimiento del Evangelio, terminamos enfocándonos en defender diferentes interpretaciones humanas o posturas teológicas irrelevantes.

La esencia del cristianismo: la relación y el crecimiento 

¿Cómo solemos iniciar una relación con alguna persona que nos llama la atención? Empezamos a investigar acerca de ella, ¿no?: qué le gusta, qué le molesta, cuál es su personalidad, etc. Esto es, tratamos de conocer algo acerca de la persona, aunque aún no la conozcamos personalmente.

Esto mismo sucede en la relación con Dios. Antes de que supieras por ti mismo quién es el Señor en realidad, quizás escuchaste o te contaron algo acerca de él, tal vez tenías cierto concepto o teología formada o recibida. Sin embargo, al cultivar una relación más profunda y cercana, tus primeras concepciones fueron cambiando o transformándose, es decir, fuiste madurando y formando tu propio criterio.

Después, es probable, aprendiste que el que profesa que Jesús es el Señor tiene que ser distinto a los demás, debe andar por un camino angosto donde hay que sacrificar los placeres de nuestra naturaleza humana y pecaminosa. Con otras palabras, te diste cuenta que este seguimiento es un estilo de vida comprometido, el cual puede interrumpir relaciones sumamente importantes (cf. Lc 14:25-27) e incluir la defensa del Evangelio. Esto último, el costo y las implicaciones, es lo que no nos gusta. Al llegar a este punto, muchos deciden quedarse dentro de las cuatro paredes, lo que algunos llaman erróneamente «iglesia», dando como resultado la conveniencia y la mediocridad.

Ejemplo de las consecuencias de la comodidad y la mediocridad

Al preferir ser «flores de nuestra pared», invisibles ante una sociedad turbulenta, hemos decidido estar cómodos y evitar todo posible conflicto. Pensamos que al no ser vistos por nadie y al tener una misión intraeclesial todo marchará bien. Sin embargo, afuera, en medio del mundo, los ideales establecidos por el Arquitecto Celestial poco a poco van desapareciendo por no tener voceros aptos y firmes.

Un claro ejemplo de lo anterior es el dominio que está teniendo el homosexualismo en nuestros países latinoamericanos. Según el Pew Research Center, en un estudio que realizó acerca de dicho movimiento en el mundo, «la aceptación de la homosexualidad está particularmente extendida en países donde la religión es menos importante en la vida de las personas».[1] La iglesia, al caer en la comodidad, está permitiendo que la familia, institución creada por Dios, sea modificada o desvirtuada por la irrelevancia de su mensaje. 

Un llamado de atención

Hoy más que nunca estamos llamados a no ser espectadores de lo que sucede «afuera». Necesitamos recordar la exhortación y advertencia del Señor: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee» (Mt 5:13 NVI).

Vivimos tiempos convulsos e irreligiosos, donde la resignación o el conformismo no pueden estar de nuestro lado. La época actual exige la cultivación de la mente cristiana, la movilización de la iglesia y la proclamación, incluyendo la defensa con mansedumbre, de la buena nueva. ¿Necesitamos ser ejecutados, perseguidos o maltratados por causa del Señor para despertar y salir del statu quo, así como le sucedió a la iglesia del siglo I? Si no queremos eso, no vivamos en el conformismo y seamos luz en la oscuridad y sal fuera del salero.

[1] Pew Research Center, “The Global Divide on Homosexuaality”, https://www.pewglobal.org/2013/06/04/the-global-divide-on-homosexuality/ (23 de abril de 2019).

Compartir

Facebook
Twitter
Email
WhatsApp

Suscríbete

Archivo

Publicaciones mensuales

Lo más popular

Para estar al día

Publicaciones recientes

Podcast

Disciplinas espirituales, parte 4

La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.

Escuchar »

Disciplinas espirituales, parte 3

La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.

Escuchar »

Disciplinas espirituales, parte 2

La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.

Escuchar »