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El Jesús que creía conocer

El Jesús que creía conocer

Recientemente me encontraba leyendo el libro El Jesús que nunca conocí de Philip Yancey. En este el autor narra cómo se encontró con un Jesús muy diferente al que le habían enseñado en la escuela dominical y en la universidad cristiana. En su primer capítulo, titulado «El Jesús que creía conocer» —título que inspira este artículo—, señala el choque que tuvo con la imagen que el mundo le mostró de este gran personaje de la historia.

Philip Yancey cuenta que la película El Evangelio según san Mateo, del director y escritor Pier Paolo Pasolino, cambió su manera de percibir a Jesús. Pasolino no compartía los valores cristianos y, por ende, no representaba a dicha comunidad , lo cual causó gran controversia en aquella época. Esta narración me hizo pensar en todas las veces que he visto diversas representaciones artísticas de Jesús y el choque que han tenido con la imagen que yo me he formado.

Recuerdo que a los 11 años en la escuela asignaron como tarea leer el Evangelio de Mateo. En ese entonces yo no tenía interés en leer la Biblia, sin embargo, dicha lectura me ayudó a razonar y reflexionar por primera vez en la vida del Maestro, la cual me pareció muy interesante y cruda a la vez. Mi entendimiento y perspectiva de Jesús cambiaron enormemente. Por fin comprendí que el Señor no estuvo de paseo haciendo milagros, sino que había sufrido al venir a este mundo.

Las imágenes concebidas

Un amigo me recomendó ver una serie llamada A.D. Kingdom and Empire. Los primeros episodios validaron las imágenes que yo había elaborado, pero al adentrarme en la serie comencé a notar ciertos detalles de la vida de los apóstoles que jamás había percibido. Primero cuestioné las escenas como reales, no sabía si en verdad habían sucedido. Sin embargo, al compararlas con la Biblia, me di cuenta que dichos detalles no son contrarios al relato bíblico, aunque tampoco se mencionan explícitamente.

Comparando lo sucedido en la serie con lo que la Biblia dice y con lo que yo imaginaba, llegué a darme cuenta de que las imágenes que yo concebía en mi mente también contenían detalles que no se mencionan en las Escrituras. Lo mismo pasa en ámbitos no religiosos. Por ejemplo, cuando una novela o serie de libros exitosos pasan a la pantalla grande los foros en Internet se llenan de críticas acerca de las adaptaciones. ¿Cuántas veces no hemos escuchado: «El libro es mucho mejor»? Lo cierto es que cada individuo imagina los detalles según sus experiencias vividas y conocimientos adquiridos.

Representación de Jesús a lo largo de la historia

Las adaptaciones de historias bíblicas no son una novedad de los últimos tiempos con la aparición del cine. Estas han sido plasmadas también en la arquitectura, en esculturas, pinturas, música, danza y literatura. Para ejemplificar cómo las representaciones influyen en las imágenes que concebimos solo tendríamos que comparar el concepto que tienen las personas sobre Jesús con las esculturas que existen de este (por ejemplo, crucificado y doliente o como un bebé indefenso). Cuando asistía a la Iglesia católica vi una variedad de íconos cristológicos, los cuales influyeron en mi manera de ver a Jesús. Aunque ahora considero improbable que el Señor haya sido rubio y de ojos azules —como lo suelen pintar—, debo reconocer que me sentía incómodo cuando observaba interpretaciones de Jesús que no eran compatibles con lo que yo pensaba. Lo cierto es que podemos sugerir el aspecto del Maestro basándonos en la etnia y cultura del pueblo donde nació.

Armando el rompecabezas

Todos nosotros llenamos ciertos espacios que el texto deja en blanco, ya sea para formar un cuadro más completo o para darle vida a los relatos. Sin embargo, es necesario estar revisando nuestras imágenes constantemente a la luz de la Palabra y su contexto, ya que es posible que estemos insertando datos ajenos al texto. De igual manera, creo que el exponernos a diferentes representaciones bíblicas es un ejercicio sano para expandir nuestro criterio e ir fundamentando sólidamente nuestro cristianismo.

Pablo le dijo a los corintios que cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño y razonaba como niño. Pero que cuando llegó a ser adulto, dejó atrás las cosas de niño (1 Co 13:11). Así como cuando éramos niños y pensábamos como niños, ahora es tiempo de leer y consumir la palabra de Dios como adultos. Es decir, necesitamos volver a leer los textos una y otra vez, según nuestras diferentes etapas, con el fin de concebir imágenes más maduras y apegadas a la verdad bíblica.

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