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Acompañamiento pastoral en medio de la pandemia ¿El pastoreo virtual es una nueva realidad que llegó para quedarse?

    ¿Quién iba a pensar que los pastores pastorearían a sus ovejas virtualmente? Esta pandemia también ha trastornado el ministerio pastoral, no solo el que hacen los pastores, sino el que hacen muchas otras personas que, sin tener el puesto de pastor, hacen labor pastoral. Consejerías por Zoom, resolución de conflictos vía telefónica, oración por los enfermos vía videollamada, son las nuevas formas en que las tareas pastorales se están haciendo ahora. El ministerio pastoral está experimentando cambios que son dolorosos, porque ese ministerio en particular es muy personal y relacional. ¿Cómo hacemos para seguir siendo relacionales en esta crisis que nos exige distanciamiento social?

    Una forma muy común y tradicional de medir el éxito o fracaso de un ministerio pastoral es el de las visitas hogareñas. Por lo menos, esto sigue siendo importante en comunidades en el interior del país. Un pastor sigue en una iglesia o no, dependiendo de su ministerio de visitas a los hogares de los  miembros de la iglesia. ¿Cómo se mide el ministerio pastoral hoy? ¿Por el número de llamadas? ¿Por el número de visitas virtuales? Sin embargo, como el ministerio pastoral no se limita a lo que hacen los pastores, sino que se amplía a muchas otras personas y muchos otros ministerios que también han sido afectados, ¿cómo se hace ahora y que efectos tiene el «nuevo ministerio» de acompañamiento pastoral?

    Un poco de historia 

    Las crisis amplían e intensifican las labores pastorales. Las amplían porque se hacen más cosas que lo que normalmente se harían, y las intensifican porque se hacen más a profundidad y con más intensidad. La historia cristiana está llena de crisis y también de acciones pastorales heroicas y significativas. La primera de la que se tiene información más completa es la peste antonina del siglo II de la era cristiana. Se dice que los cristianos arriesgaban la vida para visitar a los suyos que estaban enfermos y a los paganos también. La Edad Media tiene luces y sombras en el cuidado pastoral durante la peste negra. Por un lado hay quienes arriesgaron su vida para ayudar física y espiritualmente a los enfermos, pero por el otro lado hay quienes se apartaron e incluso marginaron a los enfermos, dejándolos sin atención de ninguna clase. Fue muy triste.

    Son famosas las palabras de Lutero cuando en su tiempo hubo un rebrote de la peste negra en Alemania. Él dice que los pastores deben estar cerca de sus ovejas para cuidarlas, aunque eso represente riesgo. Lutero no es irresponsable diciendo que no se cuidan ellos mismos, pero prioriza la función pastoral en medio de la peste. Los hospitales, como los conocemos hoy, surgieron a raíz de las pestes en la Edad Media y se desarrollaron más después de la reforma protestante del siglo XVI, pero estaban casi todos en manos de la iglesia. Así que el acompañamiento pastoral y los hospitales estaban muy unidos. Eso sigue hasta el día de hoy, incluso con la implementación de la salud pública a cargo del gobierno. Imagino que en los actuales hospitales habilitados por la pandemia del COVID-19 no pueden ingresar capellanes ni pastores para acompañar pastoralmente a los enfermos.

    Un poco de Biblia

    La labor pastoral está presente abundantemente en la Biblia en buenos y malos tiempos. El ejemplo de Jesús mostrando compasión por los leprosos en su tiempo es muy desafiante. Los enfermos siempre han sido las personas con mayor necesidad de acompañamiento pastoral en todas las épocas. En la Biblia hay ejemplos, enseñanzas y exhortaciones específicas en el sentido de cuidar de ellos, tanto en su salud física como el su salud emocional y espiritual (1 Ts 5:14; Stg 5:13-15). El acompañamiento pastoral también se expresa en la Biblia en términos de ayuda económica concreta, como lo hace Pablo al recaudar una ofrenda especial para los creyentes en Palestina que estaban sufriendo una hambruna (1 Co 8 y 9).

    2 Corintios 1:3-11 nos da una enseñanza sobre la aflicción, la tribulación y la consolación que Dios da en medio de ellas. Se nos dice que la consolación (ayuda pastoral) que recibimos cuando estamos en tribulación es para que nosotros mismos podamos compartirla a otros cuando ellos pasen por distintas tribulaciones. Bueno, hoy todos estamos en tribulación. ¿Estamos siendo consolados? ¿Estamos consolando a otros? Quizá no hemos perdido seres queridos en esta pandemia, pero seguramente muchos seres queridos han perdido su trabajo, su negocio, sus ingresos, su paz. Muchos niños están perdiendo su emoción, su alegría y su deseo de estudiar. ¿Cómo los acompañamos en sus tribulaciones?

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    Un poco de actualidad 

    Los tiempos actuales nos están dando bonitas oportunidades de acompañamiento pastoral. Mucho de lo que hacemos hoy es distinto a lo que hacíamos antes, como lo expresé al inicio de este ensayo. La realidad actual es más compleja que las realidades de tiempos bíblicos y de la historia pasada. Vivimos en un tiempo de vida más intensa, más llena de tantas actividades. Hay más demandas para todos. Ya era así nuestra vida antes de la pandemia. La pandemia vino a complicar aún más las cosas. Se han agregado otras tensiones, preocupaciones y actividades. Hay estrés por todos lados. La cuarentena y el confinamiento parece estar encerrando también los temores, las ansiedades, las incertidumbres, que tienden a explotar en el momento menos previsto, como lo vemos en las protestas en Estados Unidos en estos días. ¿Cómo nos acompañamos pastoralmente en estos días?

    Primero, creo que debemos empezar por reconocer que somos vulnerables y que nos afecta lo que estamos experimentando. Los evangélicos muchas veces alardeamos de una «fortaleza espiritual» que exhibimos en tiempos de dolor y tristeza. Ahora no hay fortaleza espiritual que podamos exhibir. Reconocemos que somos vulnerables, que estamos sufriendo y que necesitamos de la ayuda de unos y otros. Me he dado cuenta, por ejemplo, que cada vez que termino una sesión en Zoom me siento más cansado que en reuniones presenciales normales. Se nos han multiplicado las reuniones por Zoom u otras plataformas. Muchos tenemos más reuniones que antes y estamos más cansados que antes. Ahora hay expertos en salud mental que están explicando por qué pasa eso. Les recomiendo buscar lo que se está diciendo en este sentido.

    Sin embargo, hay otras situaciones que también producen estrés, cansancio y malestar. Muchos niños, por ejemplo ya están aburridos del Zoom. Ellos no están preocupados por el desarrollo de su aprendizaje, pero sus padres sí y eso les produce ansiedad. ¿Cómo los acompañamos pastoralmente? Aquellos que han perdido su trabajo tienen sus propias preocupaciones. ¿Cómo los acompañamos? ¿Orando por ellos? ¡Claro que sí!, pero ¿qué más? Si es posible hacer visitas pastorales ¡hay que hacerlas! Los ancianos, que están más confinados que los demás, sufren soledad, ansiedad y preocupación por su salud. ¿Cómo los acompañamos? Aquellos que tienen a sus padres cerca y pueden visitarlos ¡Háganlo!

    Se dio a conocer la historia de un anciano pastor en Italia que se contagió con el virus y fue a parar al hospital. Llegó con su Biblia en la mano, ofreciendo orar por los que quisieran. Pronto la habitación de este anciano pastor se llenaba de doctores y enfermeras que buscaban ayuda. ¡El pastor enfermo ayudó a sus cuidadores!

    Es difícil ofrecer ayuda pastoral en situaciones de conflictos familiares o matrimoniales. Estos conflictos no quedaron en suspenso por causa de la pandemia, se siguen desarrollando y, por ratos, se intensifican. ¿Cómo acompañamos a los que sufren violencia intrafamiliar? Todos tenemos la responsabilidad de ejercer labores pastorales, aunque no tengamos el puesto oficial. La comunidad cristiana es también una comunidad terapéutica en que nos cuidamos unos a otros. No olvidemos nuestra frase lema. Para el cristiano el futuro siempre es mejor.

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