El evangelio de Mateo 25:35-40 era la base que sostenía su convicción donde se dice:
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” Entonces los justos le responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? “¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? “¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?” Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.[4]
A esto ella añadía algunas especulaciones a la futura conversación con el Rey:
En un país extranjero, tú me hiciste sentir en casa. Buscando trabajo, me encontraste un trabajo. Herido en una batalla, curaste mis heridas. Buscando bondad, me tendiste la mano. Cuando yo fui negro, o chino, o blanco, y burlado e insultado, cargaste mi cruz. Cuando yo fui anciano, te molestaste en sonreír. Cuando yo estaba inquieto, escuchaste y te preocupaste. Tú me viste cuando estuve cubierto con saliva y sangre. Tú me conociste, aunque estaba sucio por el sudor. Cuando yo me reí, tú estuviste a mi lado. Cuando yo estuve feliz, tú compartiste en mi alegría.[5]
La idea sobre la pobreza
Madre Teresa consideraba que la pobreza era la consecuencia de la apatía que muchas personas manifiestan para con el prójimo; es decir, la falta de amor entre el uno y el otro. Ella decía:
Si algunas veces la gente pobre ha muerto, no es porque Dios no cuida de ellos, sino porque tú y yo no hemos hecho nada, no hemos sido instrumentos de amor en las manos de Dios; esto es porque no hemos reconocido a Cristo cuando aparece disfrazado de angustia, de un hombre, una mujer, o de un niño abandonado.[6]
Además, para tratar a los pobres con la dignidad que merecen, madre Teresa consideraba indispensable la dependencia en Dios; el fruto de una vida espiritual solida traería como consecuencia el trabajo por los pobres.[7] Sin embargo, las obras de la madre Teresa a favor de los pobres no siempre eran reconocidas. En una ocasión una mujer la criticó por distribuir comida gratuita a los pobres. Según esta mujer, lo que madre Teresa hacía viciaba a los pobres. Ella por el contrario le contestó: “Dios todopoderoso es el primero que vicia a la humanidad, dándose gratuitamente a todos. ¿Por qué no se le imita, dándole a los pobres gratis lo que se recibe de gratis?”.[8]
Conclusión
Al igual que la madre Teresa, los creyentes son llamados a ver a los pobres y necesitados, como seres dignos de recibir amor y alegría. Como la vida de la madre Teresa lo ejemplifica, sí es posible vivir en amor ayudando a los más necesitados. Solo debemos tomar la iniciativa, ser intencionales y cumplir con la responsabilidad individual en pro de los pobres. Nos es suficiente con ver la necesidad de los pobres, sino observar sus necesidades y atenderlas.
No olvidemos el llamado de Mateo 25:35-40. Siempre habrá oportunidades de proveer para el Jesús disfrazado. Independientemente de los muchos o pocos recursos que tengamos, somos llamados a suplir necesidades. No hay excusa para quedarnos con los brazos cruzados.
[1] Madre Teresa, The Love of Christ (San Francisco: Harper & Row, 1982), 25.
[2] Edward Le Joly, La Madre Teresa: su vida y su obra (Madrid: La Palabra, 2006), 15.
[3] Ibíd.
[4] La Biblia de las Américas. The Lockman Foundation, 1997. Versión electrónica Bible Gateway https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+25&version=LBLA (Versión utilizada en todas las citas bíblicas de esta investigación).
[5] Madre Teresa, The Love of Christ, 15.
[6] Ibíd., 28.
[7] Ibíd., 23.
[8] Le Joly, La Madre Teresa, 73.
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