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Una vida dedicada al cuidado de los pobres: madre Teresa de Calcuta

    Agnes Gonxha Bojaxhiu, la mujer albanesa fundadora de la congregación Las Misioneras de la Caridad, ejemplificó de manera vivaz el amor al prójimo, al pobre y a los más necesitados. Acogió a una gran multitud de pobres, tanto jóvenes como ancianos. Ella prestó atención en la pena y el sufrimiento de los abandonados.

    Audazmente, no solo fue portadora de compasión, sino que obró en favor de quienes clamaban por amor, gozo y consuelo. Fundó hospitales, hogares para infantes y albergues para moribundos. Veía a los pobres como seres dignos. Para ella, cada acto de servicio hacia los pobres era un acto de amor por el mismo Jesús.

    Ahora bien, en épocas de crisis, tales como la que actualmente vivimos, es apropiado pensar y considerar las vidas de hombres y mujeres ejemplares que sirven de inspiración para el creyente que quiere ser un instrumento de compasión y amor para con el prójimo. Por ello, daremos un vistazo a la vida de la madre Teresa. Mi deseo es que nuevos personajes, consientes del evangelio que obra, puedan nacer o renacer en esta época difícil.

    La idea sobre los pobres 

    Particularmente, la madre Teresa de Calcuta, veía a los pobres como seres dignos de recibir amor y gozo. En sus correspondencias compartía esos valores y animaba a otros a servir a Jesús, disfrazado en pobreza y necesidad. El deseo ferviente de su corazón era ayudar a las personas a reconocer a Dios en los pobres.[1]

    Llena de pasión, afirmaba que no se dedicaba a la obra por lo que hacía en sí, sino por Jesús mismo. Todo lo que Santa Teresa y su equipo hacían, lo hacían por Él. Su convicción radicaba en un servicio a Jesús en los pobres.[2] Ella describe con claridad su concepción sobre los pobres:

    Es a Jesús a quien cuidamos, visitamos, vestimos, alimentamos y confortamos cuando atendemos a los pobres, a los desheredados, a los enfermos, a los huérfanos, a los moribundos… Todo lo que hacemos, nuestra oración, nuestro trabajo, nuestro sufrimiento es por Jesús.[3]

    Sé parte de la misión de icrux

    El evangelio de Mateo 25:35-40 era la base que sostenía su convicción donde se dice:

    Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” Entonces los justos le responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? “¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? “¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?” Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.[4]

    A esto ella añadía algunas especulaciones a la futura conversación con el Rey:

    En un país extranjero, tú me hiciste sentir en casa. Buscando trabajo, me encontraste un trabajo. Herido en una batalla, curaste mis heridas. Buscando bondad, me tendiste la mano. Cuando yo fui negro, o chino, o blanco, y burlado e insultado, cargaste mi cruz. Cuando yo fui anciano, te molestaste en sonreír. Cuando yo estaba inquieto, escuchaste y te preocupaste. Tú me viste cuando estuve cubierto con saliva y sangre. Tú me conociste, aunque estaba sucio por el sudor. Cuando yo me reí, tú estuviste a mi lado. Cuando yo estuve feliz, tú compartiste en mi alegría.[5]

    La idea sobre la pobreza

    Madre Teresa consideraba que la pobreza era la consecuencia de la apatía que muchas personas manifiestan para con el prójimo; es decir, la falta de amor entre el uno y el otro. Ella decía:

    Si algunas veces la gente pobre ha muerto, no es porque Dios no cuida de ellos, sino porque tú y yo no hemos hecho nada, no hemos sido instrumentos de amor en las manos de Dios; esto es porque no hemos reconocido a Cristo cuando aparece disfrazado de angustia, de un hombre, una mujer, o de un niño abandonado.[6]

    Además, para tratar a los pobres con la dignidad que merecen, madre Teresa consideraba indispensable la dependencia en Dios; el fruto de una vida espiritual solida traería como consecuencia el trabajo por los pobres.[7] Sin embargo, las obras de la madre Teresa a favor de los pobres no siempre eran reconocidas. En una ocasión una mujer la criticó por distribuir comida gratuita a los pobres. Según esta mujer, lo que madre Teresa hacía viciaba a los pobres. Ella por el contrario le contestó: “Dios todopoderoso es el primero que vicia a la humanidad, dándose gratuitamente a todos. ¿Por qué no se le imita, dándole a los pobres gratis lo que se recibe de gratis?”.[8]

    Conclusión

    Al igual que la madre Teresa, los creyentes son llamados a ver a los pobres y necesitados, como seres dignos de recibir amor y alegría. Como la vida de la madre Teresa lo ejemplifica, sí es posible vivir en amor ayudando a los más necesitados. Solo debemos tomar la iniciativa, ser intencionales y cumplir con la responsabilidad individual en pro de los pobres. Nos es suficiente con ver la necesidad de los pobres, sino observar sus necesidades y atenderlas.

    No olvidemos el llamado de Mateo 25:35-40. Siempre habrá oportunidades de proveer para el Jesús disfrazado. Independientemente de los muchos o pocos recursos que tengamos, somos llamados a suplir necesidades. No hay excusa para quedarnos con los brazos cruzados.


    [1] Madre Teresa, The Love of Christ (San Francisco: Harper & Row, 1982), 25.

    [2] Edward Le Joly, La Madre Teresa: su vida y su obra (Madrid: La Palabra, 2006), 15.

    [3] Ibíd.

    [4] La Biblia de las Américas. The Lockman Foundation, 1997. Versión electrónica Bible Gateway https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+25&version=LBLA (Versión utilizada en todas las citas bíblicas de esta investigación).

    [5] Madre Teresa, The Love of Christ, 15.

    [6] Ibíd., 28.

    [7] Ibíd., 23.

    [8] Le Joly, La Madre Teresa, 73.

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