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La paz que vino por medio del pesebre

«Y en la tierra paz».[1]

«Y se llamará su nombre… Príncipe de Paz» [2]

Crisis sociales, económicas y de salud son algunas de las secuelas que nos deja un año tan convulso como lo ha sido el 2020. El concepto «paz» es quizás uno de los más difíciles de asimilar para este año. Pero esta temporada de adviento nos recuerda y prepara para la conmemoración del nacimiento de Jesús en el pesebre, el cual evoca la proclama divina de la paz.

¿Cuál es la paz que trajo el niño del pesebre?

San Lucas narra el anuncio de los ángeles a unos pastores que se encontraban cerca de Belén,[3] y entre la declaración de estos seres está la muy conocida frase «Y en la tierra paz». El término «paz» ya ha sido mencionado, por lo menos, dos veces antes de esta escena (1:79 y 2:29), pero aquí «se refiere a la paz espiritual entre Dios y la humanidad, este no es un deseo de paz sino una proclamación del evento divino».[4] El niño en el pesebre es la mayor declaración de paz de aquel que es el único que puede darla: Dios mismo.

Este nacimiento es «subversivo» para la época. Los romanos eran elogiados como los salvadores de todos; Augusto, el emperador, era alabado por haber inaugurado la paz mundial, y, además, se entendía que la paz y la concordia significaban la sumisión a ellos.[5] Lucas, entre líneas, refiere que Roma no trae la paz, sino que la paz está en aquel que había sido anunciado por el profeta Isaías como el «príncipe de paz» y que la soberanía y paz de este no tendrían límites (Is 9:7).

Para el evangelista el shalom de Dios se cumple y viene a este mundo por medio del niño del pesebre. Siglos antes el profeta Miqueas también había anunciado que vendría uno que traería/sería la paz (Mi 9:5). El cántico de Zacarías, conocido como el Benedictus (Lc 1:69-79), hace una referencia a la misión de Jesús en el v. 79: «guiar nuestros pasos por la senda de la paz». El shalom del Antiguo Testamento es la base de esta última referencia. La paz aquí «es la salvación escatológica esperada».[6]

Lucas, con las palabras que elige para narrar esta serie de eventos, afirma que la paz ya entró a este mundo y, por lo tanto, la expectativa profética se ha cumplido. Esto se confirma en el transcurso del ministerio de Jesús. Aquellos a quienes él sanó o perdonó sobre la base de su fe podían «ir en paz» (7:50; 8:48).[7] Jesús es el que tiene la potestad de dar el shalom de Dios. Es por eso que él puede hacer la invitación a sus seguidores de ser portadores y hacedores de la paz (Lc 10:2 cf. Mt 10:13; Mt 5:9).

¿Paz en la actualidad?

«Al oírlo, el rey Herodes comenzó a temblar, y lo mismo que él toda Jerusalén».[8] Para aquellos que ven amenazado su poder, el nacimiento de Jesús es motivo de angustia. El niño indefenso que nació en un humilde pesebre causó que la mayor figura de poder en Jerusalén temblara. Décadas más tarde los enviados de aquel niño hicieron que el Imperio romano temblara provocando una voraz persecución a causa del testimonio de estos. En la actualidad los que decimos ser testigos del niño de Belén, que trajo paz a este mundo, somos llamados a trastornarlo de la misma forma que Jesús y sus primeros seguidores lo hicieron. Nuestras acciones pueden hacer que los poderes de este mundo tiemblen, ya que la maldad y el pecado que imperan en la actualidad se verán amenazados por el solo hecho de anunciar al niño de Belén que trae la verdadera paz.

«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo».[9]

Es nuestro deber anunciar que Jesús nació y el shalom de Dios se ha cumplido en él. La redención de nuestros pecados y de nuestra vida está en la fe hacia aquel niño que nació en el pesebre.


[1] Lucas 2:14 (RV60).

[2] Isaías 9:6 (RV60).

[3] «En la misma región» sugiere que los pastores estaban en la zona económica de Belén, el área que se extendía principalmente hacia el este dentro de la cuenca de Beit Sahour, una región salpicada de campos de granos aunque bordeando el desierto de Judea. Paul H. Wright, «Lugar de nacimiento de Jesús y trayectos de sus primeros visitantes (Mateo 2:1–12; Lucas 2:1–20)», en Comentario geográfico Lexham de los evangelios (Bellingham: Lexham Press, 2018, versión Logos), Mt 2:1–Lc 2:20.

[4] David E. Garland, Luke, ZECNT (Grand Rapids: Zondervan, 2012), 123.

[5] Ibíd; Craig S. Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento (El Paso: Mundo Hispano, 2014), 190.

[6] Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich y Geoffrey W. Bromiley, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (Grand Rapids: Libros Desafío, 2002), 209.

[7] Walter L. Liefeld, Luke, en TEBC (Grand Rapids: Zondervan, 1984), 8:846.

[8] Mt 2:3 (LBNP).

[9] Juan 14:26 (RV60).

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